EL ORIGEN DEL POSIBLE CAMBIO DE HORA

 

Hace cuatro años, la Union Europea elaboró un informe sobre este tema para cuya confección se realizaron consultas a los 28 miembros, de los cuales, contestaron 18 y 11 de ellos a favor de dejar las cosas como estaban. Sin embargo, desde la perspectiva de la Unión se siguió insistiendo sobre la cuestión y el 8 de febrero de 2018, después de una nueva petición de Finlandia de eliminar esta medida, el Parlamento Europeo votó a favor con 384 votos a 153 en contra, aceptando por consiguiente una moción que instaba a la Comisión Europea a estudiar los efectos de los cambios de hora y, si fuese menester, idear un plan para revisar este hábito. A lo largo de los debates los eurodiputados pudieron contrastar los argumentos tanto a favor (centrados en que cambio al horario en verano provoca cansancio en las personas y aumenta los accidentes de tráfico) como en contra (perder una hora de luz al final del día durante los siete meses de verano y tener que mandar al colegio a los niños cuando todavía es de noche durante los cinco meses de invierno). No obstante, el Parlamento puso de manifiesto que, aunque ningún estudio científico ha llegado a resultados concluyentes, las investigaciones apuntan a la «existencia de repercusiones negativas sobre la salud humana». También incidieron los eurodiputados en la importancia de mantener un régimen horario unificado en la Unión Europea (UE). Mas es menester distinguir aquí que el objetivo del Parlamento Europeo no pretendía armonizar el sistema horario en la UE, limitándose dar una respuesta a las cuestiones suscitadas por la presencia de una descoordinación de los cambios de hora a lo largo del año, señaladamente en los sectores del transporte y de la logística.

Siguiendo la iniciativa del Parlamento la Comisión decidió poner en marcha el mecanismo de consulta para que los ciudadanos de la UE se pronunciasen sobre el cambio de horario que se realiza al comienzo del verano y para decidir si se modifica el sistema o se elimina. Como resultado, en este caso concreto, la consulta recibió el mayor índice de contestación, con más de cuatro millones y medio de respuestas. El cuestionario online constaba una serie de preguntas centradas, en esencia en los siguientes aspectos: a) si la experiencia de los ciudadanos sobre el cambio horario era positiva o negativa; b) si dicho cambio debería abolirse o mantenerse intacto y por qué motivos: salud, ahorro energético o seguridad vial y, c) si se era partidario de quedarse indefinidamente en el horario de verano o en el de invierno.

En la encuesta participaron 4,6 millones de ciudadanos, una mayoría de ellos alemanes, cifra importante en términos absolutos, pero muy pequeña en términos relativos (solo votó el 0,89% de 500 millones de habitantes de la UE). Constituye, sin lugar a dudas, la consulta de este tipo en la que más ciudadanos han dado su opinión. No hubiese estado de más publicitarla mejor para lograr una participación más significativa: en España solo votó el 0,89%. Sin embargo, esta concesión a la democracia directa abre un camino interesante, siempre que no se abuse de él. Además, no hay que olvidar que es una propuesta que debe ser aprobada por el Consejo, donde está representados los Gobiernos nacionales, y por el Parlamento Europeo. Se ha escuchado a los ciudadanos, pero la decisión final está en manos de sus representantes.

Tras evaluar los resultados de la encuesta, la Comisión Europea procesará los resultados y preparará un informe sobre la encuesta con el objetivo tomas una decisión acerca de si deberán modificarse las normas vigentes y para ello recabará la colaboración institucional y la búsqueda del consenso social. Para ello se apuntan dos opciones posibles: mantener el cambio de hora el último domingo de marzo y el último de octubre, o bien suprimirlo definitivamente en todos los Estados miembros eliminando los cambios temporales de hora. Habida cuenta que la elección del uso horario es competencia de los Estados miembros, si se opta por esta última alternativa, corresponderá a cada Estado uno de ellos solventar si se mantiene de forma permanente en el horario de verano o en el de invierno. Pero no debe perderse de vista que para la Comisión la totalidad de los Estados miembros deberían actuar de forma coordinada para no poner en riesgo el mercado interior.

¿Cuál es la posición que hay en España?

Pese al éxito atribuido a esta consulta pública a escala europea, no puede desconocerse que tan solo ha votado un 0,19% de la ciudadanía española y que ésta estuvo precedida de una gran repercusión mediática. Si bien es cierto que el 93% de los votos se decantó en favor de la supresión del cambio horario, a mí, por ejemplo, no me ha preguntado nadie.

En todo caso, las opiniones en España no son unánimes. A simple título de ejemplo, la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles (comisión desconocida por mí hasta investigar para redactar este artículo), considera que los horarios deberian acomodarse al ritmo solar de Greenwich; de esta suerte, el día más corto del año anochecería a las cinco de la tarde. Sin embargo, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía considera que el ahorro doméstico en iluminación desde el cambio de horario de marzo al de octubre puede ser de un 5%.

Con todo, la repercusión de la encuesta ha sido importante en el Gobierno español y el Consejo de Ministros ha recurrido a la socorrido recurso de crear una «comisión de expertos» (no es necesario insistir en la utilidad de estos entes) con el objetivo de estudiar las consecuencias para España de un hipotético cambio de hora en el conjunto de la UE y si es más conveniente recuperar el huso horario de Europa Occidental, es decir, el que tienen Portugal o Reino Unido. Más en concreto, la misión de esta comisión es preparar un informe de evaluación de las disposiciones reguladoras del cambio horario, así como sobre la conveniencia de mantener en España la hora de Europa central. Asimismo, y con independencia de los eventuales cambios de la regulación comunitaria sobre el cambio de hora, también se estudiará la posibilidad de recuperar el horario correspondiente a Europa occidental, que España perdió en 1940. El informe será remitido a la vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad (si es que no ha dimitido llegado el momento por algún máster oscuro).

En definitiva, estamos en manos de la Unión Europea que previsiblemente propondrá acabar con esta práctica horaria, correspondiendo la responsabilidad última del Parlamento Europeo y al Consejo. De llegarse a usa solución en tal sentido, corresponderá a cada Estado miembro, en uso de sus competencias fijar el uso horario más conveniente para su país.

Queda todavía por consignar que el anuncio de la Comisión ha servido como revulsivo en España para discutir, en un verano poco pródigo en noticias, acerca de si nuestro país se encuentra en el uso horario correcto o debería adoptar la hora de Canarias, Portugal y Reino Unido. Con independencia del desmesurado tratamiento mediático, es una buena oportunidad para estudiar a fondo un problema que lleva años en el debate público y decidir si también la Península debe poner los relojes en hora.

En teoría se decidirá por la Unión Europea antes de Abril de 2018 sobre lo que hacer, de momento seguimos con el horario igual, una pena.

Así que recordad: la madrugada del 27 al 28 de Octubre los relojes se retrasarán 1 hora.

Que disfrutéis del puente y de las tardes largas que aun nos quedan.

MIÑARRO ABOGADOS